miércoles, 9 de octubre de 2013

Qué hacer cuando nos acosan

Otro problema muy común en estos tiempos: Llamadas reclamando pagos atrasados.

Lamentablemente la comunicación en este país es muy informal. Sin ir más lejos, si vas a casarte en un Ayuntamiento, no te extrañe que en vez de una comunicación por escrito indicando que todo está a punto y confirmando la fecha, lugar y hora, te llegue una llamada por teléfono – cuando apetezca.

También está de moda que una entidad bancaria, una oficina de “cobros” o lo que sea te esté importunando por teléfono. El primer (y muchas veces único) objetivo de esta telefonitis es acosarte y meterte miedo porque saben perfectamente que, en un momento dado si no puedes no pagas y no hay nada que hacer.

Pero este acoso por teléfono tiene muchas caras. Y tenemos que tener claros una serie de aspectos para que no vaya a más; por ejemplo que empiecen a llamar a la anciana madre enferma en cama que, circunstancialmente, también figura con su número de teléfono en algún lado.

Antes que nada:
  • Aunque alguien te llame a tu número, sepa tu nombre y te llame por una deuda... todo ello no significa que esa persona...
  • sea quien dice ser (existen, lamentablemente, muchas formas de acceder a nuestros datos);
  • tenga la autorización ni la autoridad necesaria para manejar nuestros datos (que están protegidos por una serie de leyes);
  • tenga la autorización ni la autoridad necesaria para tan ni si quiera aleccionarnos sobre un pago.

Y seguimos con eso de antes que nada:

  • Aunque existiera alguna forma de cerciorarnos de que esa persona es quien dice ser (que no la tenemos), ella a su vez no tiene forma de saber si nosotr@s -que hemos descolgado el auricular- somos la persona por la que está preguntando. Eso es lo que tienen los teléfonos: no hay de por medio ningún DNI, por ejemplo.


Muy frecuentemente esas llamadas llegan desde un número desconocido, la persona al otro lado de la línea no se identifica adecuadamente y, si lo hace, lo hace de tal manera que nunca podemos saber con quién o con qué entidad estamos hablando.
¿Por qué actúan así?
Porque saben, o si trabajan por un salario, quienes les mandan saben que están actuando con frecuencia en una zona legal muy gris.

Así que pueden pasar cosas como ésta:

«Buenas tardes, llamo en nombre del Banco Marimorena. ¿Puedo hablar con Pepa Pepítez?»

¡Trampa! Llamar en nombre de alguien no significa:

  • a) que se trabaja para ese alguien;
  • b) que ese alguien ha “encargado” esa llamada;
  • c) que se puede hablar con la persona que te llama como si estuvieses hablando con el Banco Marimorena, en este caso.

Repito: Ni nosotros podemos saber realmente con quién estamos hablando. Ni al otro lado de la línea pueden saber con quién están hablando.

En situaciones como esta recomiendo como...

  • PRIMER PASO: Identificarnos correctamente, con nombre y apellidos. Da igual si preguntan por nosotr@s mism@s o por, por ejemplo nuestr@ cónyuge.

Si entonces empiezan, desde el otro lado, a soltarnos la retahila, aconsejo:

  • SEGUNDO PASO: Interrumpir.

  • TERCER PASO: Preguntar por el nombre (si no nos lo han dicho) y apuntarlo.

  • CUARTO PASO: Preguntar por el nombre de la identidad o empresa desde la que nos llaman y anotarlo.

  • QUINTO PASO (opcional): Preguntar por el departamento, la oficina etc. desde la que nos están llamando y anotarlo.

  • SEXTO PASO (opcional, si se llama desde un número de teléfono sin identificar o nosotr@s no podemos identificarlo): Preguntar por el número de teléfono a donde poder llamar o desde el que están llamando y anotarlo.

  • SÉPTIMO PASO: Preguntar por el correo electrónico Y el correo postal ordinario a donde dirigirnos para una respuesta. Como argumento nos asiste que NO estamos obligad@s a responder a nada por teléfono y SÍ podemos tener la necesidad de responder por escrito o por carta certificada, por ejemplo. Anotad todos estos datos.

Si es que os los dan. Con frecuencia la conversación tomo otro color cuando se empieza a pedir estos datos. Se evita darlos, o se niegan simplemente. En cuyo caso tenéis el argumento inapelable de que no seguís con esta conversación.

Todos estos PASOS son irrenunciables desde el punto de vista de defender nuestros derechos. Que si bien es cierto que tenemos pocos, los pocos que tenemos se están vulnerando y, además, nos los están recortando... También es cierto que somos nosotr@s quienes los tenemos que defender.

Y además, los PASOS son importantes por las siguientes razones:

  • Nos ayudan a mantener la iniciativa
  • Nos hacen perder inseguridad o ganar seguridad, como se quiera
  • Hacen que se resquebraje la rutina al otro lado de la línea
  • Pone en evidencia la falta de formalidad
  • Ayudan a descubrir más tarde o más temprano la estratagema sin que nos tengamos que someter a ella
  • PASO a PASO aumenta la probabilidad que esa conversación no llegue hasta el final programado: crear incertidumbre y miedo

Lo más probable es que siguiendo esos PASOS llegue el momento en que se interrumpe la línea de conversación que se quería mantener desde el otro lado.

Si no fuera así, después de todo lo expuesto, dais el

ÚLTIMO PASO: Dais las gracia por la llamada pero que no tratais, por principio, asuntos de este tipo con nadie al teléfono y que quedais a la espera del escrito que os quieran dirigir al respecto.

«Buenos días», «buenas tardes» o «buenas noches».


No olvideís una cosa:

Tener una deuda no nos hace menos humanos.
Tener una deuda no merma nuestros derechos.
Tener una deuda no significa que tengamos que sentirnos inferiores o permitir algún trato en ese sentido.


Buenas noches y buena suerte

domingo, 22 de septiembre de 2013

L@s únic@s profesionales

Ya he estado en muchas movidas: Por la paz, en contra de la Reforma Laboral, A favor del bachillerato bilingüe en el I.E.S. Pablo Neruda en Castilleja de la Cuesta... Son sólo algunas en los últimos años.

El ambiente el viernes, cuando nos concentramos a las puertas del Banco Popular y dentro, fue muy distinto de (casi) todas las demás: Se nota de lejos que la absoluta mayoría de nosotr@s no hace mucho pasábamos de largo cuando nos encontrábamos con un jaleo tal.

En las caras se percibe la inseguridad: ¿Cómo me porto? ¿Qué hago si viene la policía? ¿Qué digo si viene alguien del banco y me dice que me vaya? ¿Qué respondo si alguien en la calle (viandantes) o alguien en el banco (clientes, emplead@s) me suelta una fresca? ¿Qué hago si se lía?

Pero también hay mucha decisión, cansancio, enfado y ese brillo de personas que luchan por algo importante: sus viviendas, su vida.

Sí, su vida. Porque, ¿qué va a ser mañana si, además de perder la vivienda, quedamos con deudas de por vida? No es un poner: En nuestro caso concreto, y no es el más espectacular, lo que el banco nos propone -mirando los números por encima- es quedarse con la consulta (el inmueble donde trabajamos y ganamos nuestro sustento), quedarse con nuestra vivienda, y dejarnos una deuda mensual a 30 años por 900,00 €uros.

La pérdida de la vivienda duele: Llevas pagándola 16 años, y has dejado ahí mucho dinero. Han crecido en ella tus hij@s, y le has dedicado muchas horas de tu vida para arreglarla y hacerla tuya.
La pérdida de la consulta duele más: Cambiar tus condiciones de trabajo, ponerte de alquiler, reducir tu presencia pública para que se te vea y la gente venga a pedirte tus servicios, complica tu ejercicio profesional; puede que venga a menos... Más aún de lo que ya es el caso en vista de que mucha gente no puede costeárselo. Y ya no hablemos del dinero que has invertido pagando la hipoteca y acondicionando y manteniendo el espacio.

Pero duele mucho más que venga el carnicero (Banco Popular) y te diga: "Además de quitarte el bastón (el lugar de trabajo) y quitarte las botas (tu vivienda), te voy a cortar la pierna para el resto del trayecto que te queda."

"Vas a pensar en mí durante los próximos treinta años porque cuando te levantes por la mañana, vas a contar los céntimos de tus ingresos hasta que reúnas los 900,00 €uros mensuales. Y además a cambio de nada o, mejor dicho, a cambio de haberte quitado tu casa y tu lugar de trabajo. Y después de eso puedes empezar a pensar en tus necesidades o las de tus hij@s."

Duele y te cabrea.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Empezamos con la acción

Es algo muy común:
Estás sentad@ tranquilo disfrutando del paisaje cuando observas a lo lejos gente corriendo. Como es lejos, no te inmutas. ¡Qué razón hay para inquietarse!

Supongo que eso nos pasa a todo el mundo: Te das cuenta que te toca a ti cuando ya cada cual corre por su lado.


Llevamos años luchando con los bancos

Podría ser hasta gracioso: Aún conservo el discurso que di en la investidura después de las Elecciones Municipales 2.007. En él alertaba sobre la burbuja inmobiliaria, sobre la especulación, sobre la fragilidad económica y sobre la necesidad de una política preventiva ante lo que iba a suceder.

Pero no lo apliqué en mí, en nosotr@s, en nuestra familia... Las carreras se veían a lo lejos.

Desde entonces hemos ido observado, y padeciendo, un deterioro sin par de la economía, hemos empezado a sufrir las consecuencias de lo que -con todo rigor- se puede llamar un plan magistral criminal, y tenemos que enfrentarnos a las consecuencias de una serie de decisiones que han resultado ser un error.
El mayor error de todos: Confiar en que NOSOTR@S íbamos a encontrar una salida a esta MORTÍFERA TRAMPA que nos han tendido los cantos de sirena del BIENESTAR.

Valga lo que he expuesto aquí hasta el momento como introducción. Porque como digo arriba, en esta entrada no va de contar sucesos concretos o la historia entera de cómo hemos llegado hasta aquí. Si este blog sigue, contaremos esto más adelante. No, aquí vamos a tratar de la ACCIÓN.


Somos miembro de la PAH

Empezamos en el medio. Hace unas semanas y después de ver que sól@s no íbamos a conseguir, decidimos ser miembros de la PLATAFORMA de AFECTAD@S por las HIPOTECAS.

Desde entonces estamos ahí, vamos a las reuniones, en el abrigo del resto de l@s compañer@s, debatiendo los diferentes casos y las diferentes acciones, participando de acciones y en reuniones con los bancos. Hay muchas discusiones, mucho ambiente, lágrimas, risas, aplausos y algunos logros. Luchamos en cada caso hasta el final. Y son muchos. Hay de todo. Pero tod@s tenemos una cosa en común. Somos víctimas y nos enfrentamos a verdaderos depredadores: los bancos.

Quieren sangre, nuestra sangre. En forma del patrimonio fruto de nuestro trabajo (en algunos) casos de decenios.
Quieren nuestro dinero, el que quizás tengamos escondido para una emergencia en un bote en la cocina; el que a lo mejor ganamos a duras penas echando unas horas por unos céntimos; el que puedan tener nuestros padres y nuestras madres; el que puedan tener nuestr@s hij@s; el que podamos sacar vendiendo nuestros muebles.
Quieren nuestras casas, nuestros coches... lo que sea con tal de satisfacer sus ansias de poseerlo todo (o de llenar esos agujeros que según ellos no existen).

Y si puede ser nos quieren dejar, después de quitarnos todo con una deuda de por vida.


La PAH somos tod@s

La razón por la que salimos hoy con este blog y lo difundimos por ahí, es que hemos llegado a la conclusión que la PAH necesita apoyos. O dicho de otra manera: Tod@s l@s que estamos en la PAH necesitamos todos los apoyos que podamos tener, también desde fuera de la PAH.

En realidad cualquier logro de la PAH y de sus miembros para cualquier caso concreto de un@ afectad@ también es un logro para cualquier ciudadan@ (excepto aquell@s que se benefician de nuestra situación y nos explotan).

Por esta razón ponemos esto aquí: para que os suméis, apoyéis las concentraciones y las divulguéis. Es la misma razón por la mucha gente en la PAH que ya ha resuelto su problema con la hipoteca o nunca lo ha tenido sigue luchando con nosotr@s.

Y es la misma razón por la que nosotr@s, aunque no estuviéramos afectad@s, estaríamos allí.